viernes, 23 de mayo de 2008

Naturalidad

De acuerdo.
Está bien.
Pero...
¿y el amor?

Recuerda que eres hombre,
como Adán, como Eva.
También como David y Agustín.

Las cosas no importan,
importas tú.
¡Le importas!

Sí. A ti.
Porque tienes corazón,
grande y tierno.
Porque quieres y no puedes.

Porque quieres querer,
quieres amar.
Y eso basta.

Paciencia

¡No puedo!
Paciencia.
¡No puedo!
Paciencia de nuevo.

Confía. Espera.
¡No puedo!
De acuerdo:
tú no, pero Él sí.

Miriam

Tranquilo.
Descansa.
Calma.
Cierra los ojos y sueña.

Sueña que hay paz,
que hay amor.
Que la vida es hermosa...
¡Miriam! -suspiras.

Tranquilo.
Cierra de nuevo los ojos.
Olvida y vuelve a nacer.
¡Miriam! -repites.

Un silencio.
Y un susurro:
"olvídate del tiempo".
¿Sin Miriam? -insistes.

Colores.
Primero rojos y naranjas,
movimiento... ¡vida!
¿Vida? -replico.

Imagina el azul.
El azul del mar y del cielo.
De ese cielo inalcanzable,
pero hermoso.

Verde.
Descansa y sueña.
La luna.
La noche.

Y el blanco.
Pureza.
Sin mancha,
limpio.

Y ahora sí.
Miriam.
No esa: la otra.
La de la luna a sus pies.

Vuela a ella,
tota pulchra.
Y por ella... al Amor.
Gracias Dios mío, gracias.