Tranquilo.
Descansa.
Calma.
Cierra los ojos y sueña.
Sueña que hay paz,
que hay amor.
Que la vida es hermosa...
¡Miriam! -suspiras.
Tranquilo.
Cierra de nuevo los ojos.
Olvida y vuelve a nacer.
¡Miriam! -repites.
Un silencio.
Y un susurro:
"olvídate del tiempo".
¿Sin Miriam? -insistes.
Colores.
Primero rojos y naranjas,
movimiento... ¡vida!
¿Vida? -replico.
Imagina el azul.
El azul del mar y del cielo.
De ese cielo inalcanzable,
pero hermoso.
Verde.
Descansa y sueña.
La luna.
La noche.
Y el blanco.
Pureza.
Sin mancha,
limpio.
Y ahora sí.
Miriam.
No esa: la otra.
La de la luna a sus pies.
Vuela a ella,
tota pulchra.
Y por ella... al Amor.
Gracias Dios mío, gracias.